En muchas ocasiones me han preguntado hasta qué punto puede ser necesario tener conocimientos grafológicos para ejercer como perito calígrafo y qué ventajas tiene frente al que no lo es. Trataré de resolver esta duda de la forma más clara posible. Cuando un perito recibe un texto para analizar, lo primero que hace es observar el texto para tener una primera impresión del mismo, y en esa primera impresión se capta lo más destacado, si el texto es positivo o negativo, las características que predominan, etc…siendo más preciso cuanto mayor experiencia se tenga. Tras este primer contacto visual pasa a la fase analítica, en la que se utilizan diversos aparatos de medición o software y aplicando diversas técnicas de estudio. El perito grafólogo sabe que, en ciertas circunstancias, puede verse alterada la grafía del escritor analizado por enfermedad, frío, coacción, cansancio… por ello, a la hora de determinar la autenticidad de un texto dubitado en comparación con otro indubitado, cuando ciertos parámetros no coinciden, será el perito que basa su estudio en la Grafología y sus técnicas el que sabrá valorar el texto de una manera correcta para sacar los aspectos cualitativos o trascendentes de la misma. Por ejemplo, una persona aquejada de una enfermedad degenerativa cuyo texto sea comparado con un escrito anterior, obviamente no va a coincidir en algunos de sus parámetros, porque la escritura se ha ido deteriorando a la par que su motricidad. También podemos verlo simplemente en la ejecución de una grafía en un estado alcoholizado. Se podrán observar trazos brisados o torsionados, temblores, etc…pero en los rasgos grafonómicos coincidentes se verá con claridad la autoría real del escrito, sobre todo si se utiliza el método grafonómico, es decir, el método grafológico que tiene en cuenta el dinamismo de una escritura y su progresión, y no la contempla como producto sin más, como en el caso de un perito sin conocimientos de Grafología. Esto quiere decir que toda escritura es resultado de un proceso dinámico en el que intervienen diversos factores que no se pueden obviar. A través de una técnica apropiada basada en la Grafología, y dentro de esta, en sus distintas especialidades, se consigue dilucidar si esa escritura ha sido realizada o no por una persona determinada y en qué circunstancias. Así, cuando el perito no es grafólogo, no se tiene en cuenta esa dinámica y se puede llegar a cometer errores.
También es importante considerar que los grandes errores que se han cometido en la historia de la pericia caligráfica tienen como base un incorrecto estudio de los textos precisamente por no ser contemplados desde el punto de vista grafológico sin tener en cuenta ese dinamismo de la progresión escritural. Uno de esos errores se produjo en el sonado Caso Dreyfus, cometido por Bertillón, quien identificó a Dreyfus como escribiente del documento incriminatorio y basó su conclusión en un estudio correcto y científico, pero que dejaba al margen los aspectos propios de la ciencia grafológica que estudiamos hoy.
Por tanto, podemos concluir que, si bien no es necesario ser grafólogo para ejercer de perito, es muy recomendable tener estos conocimientos para una mayor precisión diagnóstica en el análisis de las escrituras dubitadas.