En grafología, se considera que el acto de escribir es voluntario, automático y con una proyección de la psique de quien escribe que no se puede falsear.
La escritura es un acto complejo compuesto por una serie de movimientos guiados desde el cerebro y con una base neurofisiológica que comienza en la corteza cerebral y recorre la médula espinal hasta la mano que traza la escritura. Todo este sustrato neurofisiológico del acto escritural, personal e intrasferible en cada individuo, es en lo que se fundamenta la técnica de la Grafología.
Durante nuestro aprendizaje seguimos un modelo que varía en cada lugar, pero con la práctica y el paso del tiempo evoluciona. Cada persona modifica el modelo conforme a su maduración psicobiólogica y de acuerdo a su propia idiosincrasia neurofisiológica. Poco a poco, vamos alejándonos del modelo para realizar un tipo de escritura personalizada e inconsciente que nos identifica de manera individual. De la observación de ciertas características y el estudio científico de esas variaciones, se obtienen una serie de principios y reglas que serán las que guíen una técnica basada en parámetros cuantificables para un procedimiento de análisis riguroso. Éste consiste en la medición, diagnóstico e interpretación de las manifestaciones que acontecen durante el proceso y dinámica del recorrido que el útil escritural va realizando a través de la mano, en el marco de una página en blanco.
En la actualidad, el estado de conocimientos e investigaciones sobre el tema está desarrollado con profundidad, implicándose disciplinas como pueda ser la psicología, y determinando principios y leyes que, como hemos dicho, son la base de la técnica.
Así, se establece un método de clasificación universal de los índices manifiestos en una grafía, con su respectiva medición, diagnóstico e interpretación, que nos permite la aplicación práctica y eficaz en muy distintas áreas, tanto dentro del marco judicial, a la hora de realizar un peritaje, como en las áreas sociales y laborales.